viernes

No quiero advertirme.

Mi suelo querido que piso constantemente

Mi paisaje radiante de clima tropical potente

Mi sed de conocerte mas allá de lo que escucho en cuentos y relatos.

Soledad del espectador que camina con curiosidad temerosa por las noches de tus calles.

Dime a quien le pido que me cuide cuando tu hermosura se vuelve mi peligro.

Dime a quien llamo cuando tu inmensidad es cobijo de mis miedos, es penumbra de mi perturbación.

Me prohíbo dejarte sola, mi bella adorada... Quiero seguir disfrutando de tu silueta en la carretera y tu suavidad en el mar.

Me premio riendo contigo de fondo, en una partida de domino con la familia un Domingo por la tarde (Olvidando la rutina que sigue eventualmente).

Se lleno de desasosiego la gente que te rodea, te has vuelto tan impredecible y vulnerable que me da miedo hacerte una visita. 

Eres como la mujer cambiante en tiempos menstruales, llena de sangre y lista a matar a quien moleste tu tranquilidad. 

Te has vuelto indefendible e inconsecuente con la paz de los tuyos ¿Quien te hizo tanto daño?

"¿Que sera de ella?"  Grito uno de tus allegados. 
"Es culpa de ustedes" Respondió su adversario.

"No, Es culpa de nosotros, de todos nosotros" Dije señalando incluyendo a la multitud que nos miraba sorprendido. 

Ya no puedo cubrir tu sangre mi querida, las vendas de paz se me han vuelto insuficientes.

Ire a buscar a la Reconciliación, ella un día me prometió ayudarnos.